miércoles, 18 de febrero de 2009

25 AÑOS DE DEMOCRACIA EN ARGENTINA

¿Cuál es el verdadero significado de los veinticinco años de democracia?

¿Es el mismo que el aniversario de un campeonato de fútbol o de casamiento?

¿En qué nivel de importancia colocamos las obligaciones y derechos que nos otorga el vivir en una democracia?

A veces creemos que la democracia sirve para decir o hacer lo que uno quiere sin ser víctimas de algún tipo de censura o represión. En otras ocasiones definimos a la democracia como una forma de elección de gobernantes. De hecho, en estos veinticinco años la palabra democracia aparece con fuerza cada dos años, a la hora de las elecciones de medio término o las presidenciales.

¿Es eso sólo la democracia?

Nuestra ilusión, allá por octubre del 83, era que por sí sola la democracia serviría para resolver los problemas. No teníamos en cuenta que la democracia, a diferencia de la dictadura, requiere de la participación de cada ciudadano para ser efectiva. Debe convertirse en una manera de expresión, de relación con el otro, en una forma de vida. Al principio, hubo una avalancha de afiliaciones por dos razones: para rehacer los partidos políticos desmembrados por la dictadura y por la creencia de las personas en que el partido político iba a ser el escenario natural donde se debatieran los principales problemas de la sociedad.

La decepción no se hizo esperar.

Es que tampoco tuvimos en cuenta que los partidos políticos también reflejan las miserias de la misma sociedad que aplaudió con fervor TODOS los golpes de estado desde el 30 al 76. Y los individuos que se afiliaron para poder desarrollar su espíritu democrático no estaban preparados para moverse en ese entorno. Muchas personas dejaron muchas horas ayudando en las campañas electorales. Muchas personas creyeron en la idoneidad de ciertos nombres para gobernar. Y esas personas, cuyos nombres no figuran en ningún listado de “personajes del año” estaban también convencidas de que algún día estarían preparadas para afrontar el desafío. Pero no fue así. Aún teniendo en cuenta las lógicas excepciones, muchos concejales, intendentes, diputados, senadores y hasta algún presidente fue puesto en ese lugar por la conveniencia de unos pocos en detrimento de los intereses de la mayoría.

El ejercicio de la democracia en estos años se ha convertido en la simple delegación de funciones. Se ha creado un círculo vicioso: muchos de los que han accedido a los cargos públicos se han quedado en la esfera política y la han tomado como una profesión. Y los ciudadanos que tienen ganas de participar no pueden porque las sillas ya están ocupadas.

La principal víctima: la política. En estado reservado: la democracia.

César G. De Gerónimo

1 comentario:

  1. Buena cosa muchachos, habrá tiempo de profundizar y llegar más hasta el hueso.
    Quedan aun muchos rabos por desollar

    El pobrecito hablador

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